miércoles, 17 de abril de 2024

17 de abril fiesta de Santa Catalina Tekakwitha.




Catalina Tekakwitha (Ossessernon, 1656 - Caughnawaga, 17 de abril de 1680) fue una laica católica iroquesa; hija de un jefe mohawk y de una india algonquina cristiana. Nació en Ossessrnon, lo que hoy es Auriesville, Nueva York. Su nombre indígena era Tekakwitha (que en iroqués significa "la que tropieza"), pero fue bautizada con el nombre de Kateri (en castellano Catalina).

En el siglo XVII la orden de los jesuitas tenían misiones entre los indios desde América del Norte hasta las regiones de Paraguay y Argentina. Dos de estos jesuitas son los santos Isaac Jogues y Jean de Lalande, quienes sufrieron el martirio en manos de los indios en 1646 en Ossessrneon.
 
Su madre, una india algonquina, ya había se había convertido al cristianismo cuando fue raptada por los iroqueses y casada con un jefe mohawk pagano.

A los 4 años de edad, Catalina perdió a sus padres y a su hermano menor, durante una epidemia de viruela que se extendió en Ossernenon, Tekakwitha sobrevivió pero quedó con cicatrices en el rostro y problemas de visión.

A los 20 años fue bautizada por misioneros jesuitas franceses. Kateri pronto tuvo que sufrir por su fe grandes abusos y rechazo por parte de familiares y los otros indios. La persecución fue tal que huyó de su pueblo, caminando unos 320 km. (200 millas) por el bosque hasta llegar a Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal, en 1677.

En 1679, ella tomó un voto de castidad, como en la expresión católica de la virginidad consagrada. Un año más tarde, el 17 de abril de 1680, Kateri murió a la edad de 24 años en Caughnawaga, cerca de Montreal, Quebec. Sus últimas palabras se dice que fueron: ¡Jesús, te amo!.

Catalina se caracterizó por su piedad, su incansable vida penitente en favor de su pueblo aborigen y por su amor a la Eucaristía. Después de su muerte, Kateri empezó a ser muy venerada, especialmente en Canadá. Conocida popularmente como "El lirio de los mohawks".


En 1943, fue declarada venerable por el papa Pío XII y beatificada el 22 de junio de 1980 por el papa Juan Pablo II. El 21 de octubre de 2012 fue proclamada santa por el papa Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro.




martes, 16 de abril de 2024

16 de abril fiesta de Santa Bernadette Soubirous (Bernardita de Lourdes).



El 7 de enero de 1844 a las dos de la tarde, en Lourdes, una pequeña ciudad de Francia meridional, en el departamento de los Altos Pirineos, nació una niña cuyos padres, Luisa Castérot y Francisco Soubirous, le impusieron el nombre de María Bernarda; Bernadette, como todos la llamarían después y como la conocería luego el mundo entero.




Bernadette, la primogénita, nacía en una pequeñísima y humilde casa, el molino de Boly, a orillas del torrente Lapaca. Pronto salió de ahí. Tenia pocos meses cuando su madre, que aguardaba otro hijo, sufrió graves quemaduras en el fuego del hogar. Bernadette es entonces llevada a Bartrés, a unos 4 kilómetros de Lourdes, a casa de María Laguës que acababa de perder a su hijito Juan, de tan solo dieciocho días. Bernadette, acompañada por su madrina Bernarda, llega a la casa Burg en la que permanece un año. 
El 1 de abril de 1846 vuelve a Boly. Pero la situación de la familia Soubirous no es buena; las dificultades económicas cada vez mayores obligan a Francisco Soubirous a buscar otra vivienda más pobre y modesta que la anterior. Se trasladan provisoriamente a la casa Laborde.

Pero no son años fáciles. Durante el otoño de 1855 Bernadette es alcanzada por la epidemia de cólera, que en pocos meses cobró treinta víctimas. La salud de la niña, endeble por las privaciones sufridas en la primera infancia, recibe un nuevo golpe. Durante toda su breve existencia Bernadette llevará impresas en su frágil cuerpo las huellas de sus varias dolencias, principalmente el asma. 
Pero parece que las enfermedades, al debilitar el cuerpo de Bernadette, fortalecían al mismo tiempo su espíritu. Al cabo de un año, otro traslado. Esta vez, a un nuevo molino distante 4 kilómetros de Lourdes. Bernadette se ocupa de la hermana Toinette y de los hermanitos Juan María y Justino. 
Los peregrinajes, sin embargo, no han terminado. Francisco Soubirous tiene un primo, Andrés Sajous, propietario de la vieja prisión ahora fuera de uso. Y aquí, en la parte mas triste de la cárcel, en el llamado cachot (4,40 m por 4), es donde vivirá Bernadette algunos años de su vida.

En septiembre de 1857, María Lagues, que ya la había acogido en Bartrés, la llama nuevamente para que la ayude en las labores de la casa, en las faenas del campo y en el cuidado del rebaño de ovejas. En Bartrès se ve obligada a interrumpir la modesta educación religiosa que había iniciado en Lourdes. 
Todavía no sabe leer ni escribir pero está empeñada en recibir la Primera Cornunión. Por la noche, después de largas horas de labor, la niña repite de memoria las fórmulas de catecismo. Finalmente, en enero de 1858 vuelve Bernadette a Lourdes y al cachot en la calle des Petits Fossés.
 Llega en febrero de ese año, es un jueves. En la casa se ha terminado la leña y Bernadette se ofrece para ir a recogerla, allá abajo, hacia el torrente Gave, con su hermana Toinette y Juana Abadie, a quien llaman Baloum. Las tres niñas descienden hasta el lugar denominado Masse-Vieille (hoy llamado Massabielle): es une fuerte roca que cubre una gruta alargada, de unos ocho metros de ancho.

Exactamente en este lugar las tres niñas divisan un haz de leña que la corriente del Gave había arrastrado hasta allí, pero para alcanzarlo es necesario atravesar el torrente, y Bernadette, temerosa de internarse en el agua helada, vacila un momento y mientras las otras, decididas, cruzan el torrente, ella demora aún y se retrasa para quitarse las medias. 
Narró después Bernadette que en ese instante oyó un fuerte rumor de viento, pero al volverse vio que todo estaba tranquilo y que los árboles no se habían movido. Otra vez oyó el mismo rumor pero entonces vio a una Señora en el interior de la gruta. La describió vestida de blanco, con un velo blanco que le cubría la cabeza, un lazo celeste, dos rosas sobre cada pie y un rosario de cuentas blancas. La Señora comenzó a recitar el rosario seguida pronto por la niña. De golpe, y después de haberle sonreído, desaparció. 
Fue ésta la primera visión de Bernadette Soubirous: tan sólo la primera de una larga serie de visiones, dieciocho, que se sucedieron desde aquel 11 de febrero de 1858 hasta el 16 de Julio.

Durante las apariciones de la Señora (que Bernadette había llamado aquello, es decir aquello), Bernadette entra en éxtasis, reza, sonríe y habla con aquella aparición que ella, y sólo ella, puede contemplar en toda su belleza. A quien mucho tiempo después le preguntará si la Señora era realmente tan hermosa, Bernadette responderá: Tan hermosa que después de haberla visto una vez se desea morir para poder volver a verla . Pero Bernadette, sola en sus éxtasis, no estará nunca sola en la gruta.

La gente, que ha sabido de las apariciones de la Señora vestida de blanco a la pequeña Bernadette, la sigue cuando desciende a la gruta para orar. Están los curiosos, los guardianes, el párroco de Lourdes, pero están también, y son los mas numerosos, los que creen en las visiones de Bernadette. Aumentan rápidamente: de pocas decenas alcanza en poco tiempo a varios millares.

El martes 2 de marzo Aqueró pide dos cosas a Bernadette: que se hagan procesiones a la gruta y se construya ahí mismo una capilla en su honor. Pero, en honor de quien? preguntan los altos prelados a quienes Bernadette ha referido el coloquio. Es una pregunta que hallará respuesta el 25 de marzo; la Señora es la Inmaculada Concepción. Esto es lo que Bernadette refiere al clero, ante todo al abate Peyramale, el párroco de Lourdes, y también al abate Pène, al abate Serres, al abate Pomian...

Es la cumbre, el punto más alto en su significado, de las apariciones de Massabielle. 

Estas terminarán el 16 de julio, Un viernes; pero antes de ese día Bernadette habrá realizado su gran sueño, recibir la Primera Comunión el día de la fiesta del Santísimo Sacramento. A pesar del acontecimiento sobrenatural que ha sacudido la simplicidad de su vida, Bernadette sigue siendo la misma. 
Humilde como siempre, ha continuado sus tareas domésticas y ha seguido sus estudios. También su salud sigue siendo la misma. En Julio de 1860, invitada por las religiosas se dirigen el Hospicio de Nevers, Bernadette deja la casa y permanece como enferma dos años entre ellas (1861 y 1862). 
En agosto de 1864 solicita ser admitida en la congregación de las hermanas de Nevers y así, el 3 de junio de 1866, abandona para siempre su pequeña ciudad y, sobre todo, deja su gruta. el 30 de octubre de 1867, en Nevers, Bernadette pronunció sus votos temporarios y, finalmente, con los votos a perpetuidad, se transforma en Sor María Bernarda.



La enfermedad no le dio tregua: el 15 de abril de 1879, aproximadamente a las tres de la tarde, expiró. Bernadette podía decir en verdad que mora feliz, ante todo porque finalmente volvería a ver a su Señora (en Nevers repetía siempre que en Lourdes la gruta era mi Cielo). Luego, porque desde el 13 de enero de 1862 se había publicado una Ordenanza Episcopal en la que se afirmaba la autenticidad de las visiones aparecidas a Bernadette Soubirous y finalmente porque ya se había levantado la capilla. 
La iglesia, de grandes proporciones, acogía a los peregrinos y a los fieles de todo el mundo, a los enfermos procedentes de todas partes de la tierra que buscaban aquí, en el agua surgente de la roca, su última esperanza de curación. Los milagros se multiplicaban en el tiempo y la Iglesia, la oficial, debía reconocer e inclinarse ante un milagro más alto, el de la revelación de la Virgen a la humilde pastorcita de Lourdes.








En el año 2019 tuve la dicha de estar por 4 días en el mismo monasterio de Nevers donde vivió ella y estar junto a su cuerpo incorrupto. Gracias Señor por esa bendición.






16 de abril fiesta de San Benito José Labré.



Se destaca por su profunda oración, humildad, pobreza y penitencia. Servidor de pobres y moribundos. No lo aceptan en las comunidades religiosas, lo deja todo para vivir como mendigo dedicado a la oración especialmente ante la Eucaristía.

Benito José Labré fue el primero de los 15 hijos de Jean-Baptiste Labré y Anne-Barbe Grandsire. Nació el 26 de Marzo de 1748 en Amettes, Francia.

Se conoce por su director espiritual que desde pequeño tenía una inclinación a la oración y la mortificación.

Los padres de Benito José, reconocieron en él sus muestras de piedad por lo que decidieron enviarlo a sus doce años con su tío Francois-Joseph Labré, sacerdote parroquial en Erin. Allí Benito progresó considerablemente en sus estudios de Latín, Historia y otras materias. Sin embargo, no se sentía llamado al sacerdocio sino a ser monje Trapense. Como era aún menor de edad su tío lo envió a pedir el consentimiento de sus padres quienes a su vez se lo negaron.
Benito, entonces, volvió con su tío a Erin donde redobló sus penitencias y actos de piedad en preparación para la vida que anhelaba.

En 1766 su tío falleció durante una epidemia y Benito, que se había dedicado al servicio de los pobres y moribundos regresó a Amettes a pedir, una vez más, la bendición de sus padres para ingresar a la orden de los Trapenses. Estos, temiendo que su oposición ofendiera a Dios, le dieron su permiso. Un tío materno, sin embargo, sugirió su entrada con los Cartujos de Valaldegonde.

Su aplicación fue rechazada por los Cartujos; pero Benito fue dirigido a otro monasterio de la orden en Neuville. Allí le dijeron que como no tenía todavía 20 años no había ninguna prisa y mientras esperaba podría aprender lógica. Durante los próximos dos años Benito continuó aplicando sin éxito al monasterio de La Trappe. Entonces decidió regresar a Neuville donde estuvo 6 semanas como postulante con los Cartujos. Como parecía no estar llamado a esta orden, obtuvo admisión con los Cistercienses en Sept-Fonts en Noviembre de 1769.

Durante su estadía en Sept-Fonts fue gran ejemplo para toda la comunidad por su humildad y exactitud en la observancia de la fe. Desafortunadamente, por problemas de salud, se decidió que su vocación era otra. Una vez recobrada su salud, cruzó los Alpes hacia Italia y desde Chieri in Piedmont escribió una carta a sus padres, la última que recibirían de él, pidiéndoles que le perdonaran por los inconvenientes que les causó y les informaba su intención de entrar en un monasterio en Italia.

Durante este tiempo, tuvo una iluminación interior en la que entendía que era la voluntad de Dios que dejara su país, su familia y sus posesiones para vivir una vida de mortificación en medio de la gente y no en un claustro, visitando como peregrino los lugares de devoción Cristiana. Durante el resto de su vida, nunca dudó que esta fuera la voluntad del Señor. Benito sometió esta inspiración a su confesor quien le aconsejó seguirla sin preocupación.

Benito empezó sus peregrinaciones vistiendo un abrigo viejo, con un rosario en el cuello y otro entre sus dedos y con sus manos abrazando un crucifijo que llevaba al pecho. En una bolsa pequeña llevaba una copia del Nuevo Testamento, un breviario que recitaba diariamente, y una copia de la Imitación a Cristo. La única ropa que tenía era la que llevaba puesta. Dormía al aire libre y en el piso. Se procuraba la comida ya sea del basurero o sobras que recibía. Nunca pidió limosna y si la recibía usaba una pequeña cantidad y lo demás lo repartía entre los demás pobres.



Benito era no solo estricto en su pobreza sino también en su comportamiento, hablaba raramente y la mayoría del tiempo permanecía absorto en la meditación. Pasaba días enteros rezando en las iglesias y estaba tan absorto que perdía noción de sus alrededores.

Una penitencia que Benito practicaba al extremo era la de no bañarse. En sus primeros años como peregrino visitó las principales basílicas en Europa incluyendo Loreto, Asís, Nápoles, Bari Fabriano en Italia, Einsinden en Suiza, Compostela en España y Paray-le-Monial en Francia. Los últimos 6 años de su vida los pasó en Roma de donde salía solo una vez al año para peregrinar a Loreto.

Mientras vivía en Roma dormía en el Coliseo y visitaba las iglesias, especialmente las que practicaban la devoción de las 40 horas. Allí, pasaba horas en contemplación de nuestro Señor Eucarístico, por lo que muchos le llamaban el santo de las 40 horas. Muchos fueron movidos a un amor más ardiente por la Eucaristía por el ejemplo de este santo.

Debido a su salud debilitada Benito José fue obligado a pasar las noches en un hospicio para hombres. Los administradores vivían impresionados por las virtudes de este santo en especial su humildad y piedad. Benito era siempre el último en recibir su porción de alimento que casi siempre cedía a quien el consideraba tenía más hambre. Y a pesar de su grave enfermedad, que contrajo a principios de la Cuaresma de 1783, el santo se negó a abandonar sus prácticas de piedad.

Benito José acudió por última vez a Misa en su Iglesia favorita, Santa María dei Monti, el miércoles de Semana Santa. Al salir de la iglesia se desvaneció ante la mirada sorprendida de la gente de entre la cual un carnicero se apresuró a llevarse al Santo a su casa. Después de recibir los sacramentos Benito José Labré murió el 16 de Abril a las ocho de la noche y la noticia se divulgó de inmediato por las calles, "el Santo murió".



El entierro fue en la iglesia de Santa María dei Monti donde en vida permanecía muchas horas contemplando a la Madona y donde todavía hasta hoy permanecen sus restos. Después de su muerte, muchos milagros se han concedido por la intercesión de Benito José. Su director espiritual relata que hay alrededor de 136 milagros certificados. Benito José Labré, el "Santo Mendigo de Roma" fue canonizado por el Papa León XIII el 8 de Diciembre de 1881.o cielo de los elegidos.



 Visitando su tumba en Roma.



lunes, 15 de abril de 2024

15 de abril fiesta de San Pedro Telmo.



Su nombre era Pedro González Telmo, pero el pueblo lo llamaba Telmo, y como San Telmo ha sido invocado siempre por sus devotos que han conseguido de él muchos favores. En momentos de especial peligro los marineros han gritado: "San Telmo bendito, ayúdame", y han recibido ayudas que nadie ha podido explicar.
Siendo sobrino del obispo de Astorga, este le costeó la educación religiosa para que se hiciera sacerdote, y una vez ordenado lo nombró presidente de los canónigos de esa ciudad. Pero su educación había sido más mundana que espiritual y lo que buscaba Telmo no era salvar almas sino conseguir honores, y en él dominaban más el orgullo y el deseo de aparecer, que la virtud. 
Y Dios dispuso corregirlo. 
Y así fue que el día en que se dirigía lleno de vanidad por las calles de Astorga a tomar posesión de su puesto de presidente de los empleados de la catedral, el caballo en el que viajaba con tanto orgullo y ostentación, empezó a corcovear y lo derribó entre un barrizal, en medio de las risas de la gente. 
Telmo se levantó de esa caída y exclamó: "Ya que hoy el mundo se ha burlado de mí, de ahora en adelante yo me burlaré del mundo", y dejando sus puestos honrosos se entró de religioso dominico en un convento.

Después de haberse preparado muy cuidadosamente en la comunidad de los dominicos para dedicarse a la predicación, empezó sus sermones por pueblos y ciudades con gran aceptación de las gentes. Tenía que predicar en las plazas porque la gente no cabía en los templos. Su voz era sonora, su pronunciación perfecta y su estilo directo. Hablaba francamente contra los vicios y en favor de la buena conducta, y sus sermones producían efectos admirables. Pasaba muchas horas estudiando los sermones que iba a pronunciar, y muchas horas más rezando por los hombres a Dios, antes de hablarles de Dios a los hombres.

Y lo oyó predicar el rey San Fernando y quedó tan encantado de su modo de hablar que lo nombró capellán de su ejército que victorioso iba recobrando ciudad por ciudad y pueblo por pueblo, del poder de los moros. Allí en el ejército tuvo que dedicarse Telmo con todas sus energías a corregir vicios de los militares y a contenerlos para que en las ciudades que conquistaban no cometieran excesos y crueldades.
Un día unos militares disgustados dispusieron armarle una trampa a su castidad y le enviaron una mujer hermosa y corrompida a que tratara de hacerlo ofender a Dios. Cuando el santo vio que llegaba impúdicamente a su habitación, no teniendo otro medio de alejarla, prendió fuego a los materiales que allí lo rodeaban y entre llamas y humo hizo salir huyendo a la corruptora.

Los militares jóvenes de las altas clases sociales se sintieron muy molestos por los sermones de Telmo en el ejército, porque no les toleraba sus vicios y maldades y se propusieron amargarle la vida lo más posible. 
El, al darse cuenta de que el ambiente de allí no era apto para su modo de obrar y de pensar, se retiró del ejército y empezó otro apostolado muy especial: la evangelización de los pescadores y marineros en la región de Tuy. Y allí sí fue mejor aceptado. Lo primero que hizo fue organizarlos en asociaciones para que defendieran sus derechos y se ayudaran mutuamente.
 Luego como sacerdote se dedicó a ser padre de los pobres, amigo de todos, consejero de los que necesitaban ser aconsejados, corregidor de vicios, pacificador de peleas y riñas y buen ejemplo para todos de una vida sin mancha y llena de espíritu y sacrificio y oración.

Y sucedió que los marineros y pescadores empezaron a encomendarse a las oraciones de Telmo cuando se iban al mar, especialmente en tiempos de tormentas y vendavales. "¡Fray Telmo, encomiéndenos hoy que el tiempo está difícil!", le decían al embarcarse. El santo les prometía su oración y en plena mar brava cuando los remeros veían que se iban a hundir en las aguas formidables, exclamaban: "Dios mío, por las oraciones de Fray Telmo, ¡sálvame!", y sentían que misteriosamente se libraban de aquellos inminentes peligros de muerte. 
En los procesos para su beatificación hay centenares de testimonios como estos. Un día en plena tempestad cuando varios pescadores estaban en grave peligro de perecer, San Telmo se puso a rezar por ellos y la tempestad se calmó rapidísimamente, sin que nunca antes hubieran visto una calma así de repentina.

En la Semana Santa a principios de abril al predicar un sermón se despidió de sus oyentes avisándoles que muy pronto pasaría a la eternidad. No era viejo. Había nacido en 1185 y apenas tenía  55 años. Pero su salud estaba muy débil a causa de tantos sacrificios y largas horas de estudio y frecuentísimas predicaciones. Estaba verdaderamente desgastado por tantos años de esfuerzos por conseguir la gloria de Dios y el bien de las almas y su propia santificación.

Y el 14 de abril del año 1240, se durmió para este mundo y despertó para empezar la vida eterna en el cielo.

Y desde entonces empezó una interminable serie de prodigios conseguidos por su intercesión: salvarse de naufragios que parecían irremediables. Calma instantánea de tempestades. Conversión de pecadores. Apaciguamiento entre los que estaban peleados. Solución de graves situaciones económicas. Y por muchos años y hasta siglos, los marineros de España y de Portugal, cuando estaban en gravísimos peligros, lo primero que gritaban era: "¡San Telmo bendito, protéjanos!". Y cuando las tempestades arreciaban, los que estaban en alta mar repetían: "Es hora de invocar a San Telmo bendito".